Ni son todos los que están, ni están todos los que son 

DIARIO DE UNA ESCRITORA IV


A veces te preguntas qué camino habrían recorrido tus obras de haber tenido un padrino popular, o un portaaviones como el que tienen los personajes públicos, los famosos o los que trabajan en medios de comunicación. Esa pregunta te asalta cuando ves los llamados fenómenos literarios del momento. Unos nacidos bajo el auspicio de un hada o hado madrino, otros apoyados por las cadenas de televisión en donde ellos son parte de la plantilla. Y no es que me parezca mal que sus obras salgan una y otra vez en telediarios, programas de máxima audiencia o de novedades literarias, están, por supuesto, en su pleno derecho. Por unos motivos o por otros, lo están y es lícito que así sea. Muchos de nosotros soñamos con ello, con poder mostrar nuestro trabajo en un gran medio de comunicación. Pero.., qué de cosas bonitas quedan en el camino, a la deriva, subidas en una lancha de plástico que se pierde en alta mar empujada por las olas que levantan los portaaviones de los famosos. Siempre son los mismos, con diferentes apellidos y un denominador común: su trabajo es mediático. Es la ley de la oferta y la demanda. El público pide caras conocidas, personajes que estén en los medios de comunicación, y las editoriales, como cualquier otra empresa, buscan rentabilidad. En ellos hay una tirada segura, un número de ejemplares que se venderán sí o sí, independientemente de si la obra tiene o no calidad literaria o argumental. No es importante el que los compradores la lean, que pase a formar parte de una biblioteca decorativa, huérfana de los ojos de un verdadero lector. Eso es lo de menos, ni tan siquiera se considera un daño colateral a la cultura, aunque lo es. La tirada está asegurada al igual que lo está la subida en los puestos de venta y su exposición en las cabeceras de todas las librerías. El anticipo también está cubierto y los beneficios asegurados, al menos un elevado porcentaje de ellos. Y ya digo, es lícito, pero, en cierto modo injusto. Aunque ya sabemos que la justicia no es igual para todos, aunque se empeñen en decirnos lo contrario, no lo es y nunca lo será. La igualdad sigue siendo una utopía, desgraciadamente. Las oportunidades tampoco son las mismas para todos. La oportunidad, esa varita mágica que pude trasformar nuestra vida, sigue siendo cosa de unos pocos.
“En un rincón del alma” lleva cinco años de permanencia en el top 100, con más de 300.000 libros vendidos. A pesar de ello, aún hoy, hay lectores que me escriben porque terminan de descubrirme como autora. No me conocieron antes porque yo, como muchos de mis compañeros de letras, no tuve esa oportunidad, la de subirme a un portaaviones. Y sí, estoy orgullosa de haber llevado mis trabajos a lo alto del ranking, de haberlo hecho tras la publicación de mi obra en Amazon de forma independiente. Agradecida a mis lectores y los blogueros que se han dejado el alma apoyando mis trabajos. Ellos y yo hemos puesto una pica en Flandes, y lo hemos hecho en una lancha que tenía la difícil papeleta del escritor desconocido. Con muchos agujeros en su cubierta que podían hacerla zozobrar. Nos lanzamos a la mar sin combustible, sin remos y zarandeados por las olas de los portaaviones.
En esta mañana de sábado, se cumple un mes de la salida de mi última novela “Y si fuera cierto”, que ya lleva más de 1000 copias vendidas en España, Estados Unidos, México, Argentina, Francia y Alemania. Con ella he vuelto a la difícil tarea de la publicación independiente, y, una vez más, vuelvo a preguntarme: ¿Qué sería de mis novelas y de mi trayectoria profesional si hubiese tenido el apoyo que tienen los personajes mediáticos? Solo me pregunto eso, sin entrar a juzgar nada más. La respuesta se la dejo a mis lectores que tienen sobrada capacidad para analizar.

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